Fundación Málaga, junto con el Ayuntamiento de Málaga, financió los trabajos de restauración de la obra creada por Bernardo Ferrándiz.

La Fundación Málaga y el Ayuntamiento de Málaga acometieron conjuntamente la restauración el telón de boca del Teatro Cervantes, pintado por Bernardo Ferrándiz en 1978. El acuerdo de colaboración público-privada llegó en 2017, coincidiendo con el 30 cumpleaños de la reinauguración del edificio de Gerónimo Cuervo.

Con ello, el telón de boca y las pinturas del techo, asimismo de Ferrándiz y también restauradas entre 2004 y 2005 gracias al patrocinio de la Fundación Málaga, recuperaron el diálogo natural para el que fueron concebidas. El coste se cifró en 95.000 euros más IVA.

La empresa responsable de desarrollar los trabajos fue Quibla Restaura. El equipo, formado por un total de ocho restauradores, realizó un minucioso trabajo, con el apoyo y la implicación tanto de los técnicos del Teatro Cervantes como de los espacios donde se ha reparado el lienzo y de las empresas colaboradoras en tal fin, desde tapiceros hasta transportistas.

El proceso fue largo y complejo, debido al mal estado de conservación y la fragilidad que presentaba la obra. Para dar visibilidad al legado artístico de la ciudad, se abrió el proceso de restauración a toda la ciudadanía. Tras unos trabajos previos de asentamiento de la pintura y la tela, la fase central se realizó en verano en el Patio de Banderas del Ayuntamiento, ante la vista de más de 1.300 personas.

Allí, el equipo de la empresa Quibla Restaura realizó en vertical, sobre un andamio y ante la vista a la vista de cualquier interesado en el patrimonio malagueño, la fase central de esta intervención, los trabajos en la capa pictórica. Entre junio, julio y los primeros días de agosto se acometió la limpieza de la pintura, el estucado de lagunas del lienzo, esto es, la homogeneización de la superficie pictórica, y la fase más importante, la reintegración cromática de dicha superficie, realizada mediante la técnica del ‘regattino’.

La última fase se realizó en el escenario del Cervantes. Allí se añadieron dos injertos de lino en los laterales, un trabajo que solo se puede hacer en horizontal, para culminar la restauración con los últimos retoques de la capa pictórica y la protección final de la misma. Una vez acabada esta fase, el lienzo quedó montado en una estructura rígida y permanente de aluminio, a modo de cuadro gigante, en la caja escénica y, desde entonces, luce en el Teatro Cervantes en ocasiones especiales, la primera de ellas, durante el ensayo de la obra Turandor.