OBITUARIO | Juan Cobalea in memoriam. Por José Manuel Cabra de Luna
Málaga, 9 octubre, 2024
EL HOMBRE QUE SE ENAMORÓ DE LA CULTURA
Juan Cobalea, in memoriam
Hay vidas en las que caben varias vidas. Tal es el caso del hombre bueno que nos acaba de dejar, Juan Cobalea. Su preparación de juventud fue eminentemente técnica, pero su carácter afable y riguroso al tiempo y su habilidad personalísima para imprimir un discurrir sereno a las relaciones sociales le fueron llevando hacia puestos de responsabilidad que trascendían los meros saberes técnicos en los que inicialmente se formó, hasta posicionarse en puestos de dirección empresarial.
Durante muchos años, la fábrica de La Araña (como era conocida por los malagueños) fue el lugar de su desarrollo profesional. Como ocurre tantas veces, ese centro fabril nació bastante alejado del núcleo poblacional pero el crecimiento de una ciudad que se expandía fue absorbiendo esa lejanía y la fábrica se fue acercando, sin buscarlo, hacia la ciudad. Esa circunstancia requería directivos que buscaran situaciones de consenso, posiciones de equilibrio y razonabilidad y en esa tarea Juan Cobalea desempeñó un trabajo encomiable. Su rigor, su buena disposición para colocarse en el lugar de su interlocutor, su capacidad para escuchar y su honesta humildad para saber que la última palabra es un fruto que debe nacer en el fiel de la balanza que sustenta el platillo de la audacia y el de la ecuanimidad, le abrieron las puertas del respeto de todos aquellos con quienes le tocaba compartir cualquier negociación, por grande o pequeña que fuese, pues a ambas respetaba por igual.
Esas condiciones personales le llevaron a integrarse en el equipo directivo de la Cámara de Comercio, de la que fue vicepresidente a lo largo de varios mandatos. Firme defensor de que la unión del empresariado es la mejor manera para alcanzar metas de verdadera relevancia fue un gran impulsor de esta Institución, a la que representó en múltiples ocasiones ante otros Organismos políticos y sociales. Y en este punto es de destacar cómo supo trasladar al ánimo del empresariado la necesidad que Málaga y su provincia tenían de impulsar las obras públicas, pues sin vías de comunicación potentes (ferrocarriles, red viaria, aeropuerto internacional) no se podía aspirar a tener un desarrollo industrial como Málaga merecía y era capaz de tener. Luchó extraordinariamente por todo ello y el empresariado malagueño se unió firmemente a la posición que defendía.
Al llegar la edad de jubilación era obvio que, para él, ésta no podía ser sino muy activa. El patronato de la Fundación Málaga le eligió presidente. Para Juan Cobalea se abría con ello un mundo. Málaga estaba dando un salto muy grande como ciudad y como sociedad y desde esa privilegiada atalaya desde la que visualizar el poder de cohesión social y capacidad expansiva de la cultura, Juan acometió su tarea con la más absoluta entrega y desprendimiento. Hombre con sensibilidad, su contacto con el hecho cultural había sido hasta entonces a través de manifestaciones populares como la Semana Santa (pertenecía a una cofradía de honda raigambre perchelera, ese barrio malagueño que ya aparece nombrado en los primeros capítulos de El Quijote). Pero en la Fundación Málaga comprendió que, si importantes eran las carreteras, los puentes y las nuevas vías ferroviarias, también lo eran los teatros, los museos, la formación educativa en las más diversas materias de las disciplinas artísticas y a trabajar por Málaga se dispuso desde su puesto de presidente de la Fundación.
No es aventurado decir que Juan Cobalea se enamoró de la cultura, porque conoció de la radical importancia que ésta tiene en la creación de un tejido social con raíces profundas. Los que tuvimos la suerte de trabajar con él en algunas de estas tareas no podremos olvidar nunca con qué pasión y entrega desarrollaba todo su quehacer en la Fundación y con qué entusiasmo se aprestaba a conseguir las ayudas para que nuestros grandes músicos de mañana, nuestros mejores representantes de la danza en días futuros, pudieran ir a completar su formación a Berlín, a Salzburgo, a Viena o a Moscú. Bajo su presidencia se implementó el programa de las Becas talento, que tanta importancia está teniendo en la formación de esa nuestra juventud que quiere dedicar su vida al arte.
Requiem aeternam dona eis, Domine:
Et lux perpetua luceat eis.
(Dales, Señor, el descanso eterno, y
Alumbre su luz por siempre sobre ellos.)
JOSÉ MANUEL CABRA DE LUNA